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Doctor Kafka
Juan Gustavo Cobo Borda
Letra a letra,
Bogotá, 2015


 
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No. 99 / Mayo 2017



III

K. sentado en su escritorio
se levanta y mira por la ventana:
Praga.

Sin embargo la superficie
de su mesa de trabajo
está recubierta de recortes
sobre moda o religiones,
literatura judía,
manifiestos anarquistas.
o fragmentos sobre un tal K,
no Kafka, o Joseph K.

Un agrimensor y un condenado
a la espera del juicio.

El proceso será dilatado,
con aplazamientos y subterfugios
inexplicables.

La vida no es acaso la postergación
por cuarenta y un años
de un encuentro inevitable.

De un manuscrito,
ya ilegible.

 

IV

Acomodado en su cueva
el Dr. Kafka
(Universidad Karl Ferdinand)
deshace compromisos matrimoniales,
coteja guías de trenes
para encuentros adúlteros en Viena,
y escribe largas, lúcidas y desesperadas cartas,
apenas para estar más solo
en su hueco frío,
y 55 kilos sin ropa.

Pero en la oscuridad de su escondrijo
se sabe sucio,
mientras excava, con saña,
el túnel que llama amor
y cuya luz última lo dejará
ciego sin remedio.

 

X

Vencido, sin fuerza en las piernas,
a una frustración se añade otra,
a una fascinación un rechazo,
a un lenguaje, un bloque de silencio.

Y al no poder continuar,
la dureza del sobreviviente.

Página manchada
de absurdas direcciones
e inútiles teléfonos.

Lo que empezó no ha terminado.

En la estéril gimnasia
de la terapia
con bandas elásticas y pelotas de caucho
se cansa también el poema.

 

 

Doce días

Sólo restan doce días
para conocernos,
para que el pasado,
al parecer inconmensurable,
se convierta en una ofrenda más.

Hay que dar todo, con premura,
para comprobar que no hemos dado nada.

Que es necesario crecer
y reinventarnos
para estar a la altura
de ese otro,
tan próximo y tan ignorado.

Tan necesitado
en cuanto lo necesitamos,
con frío árido
y sol menesteroso.