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Poema mexicano
Antonio Santos
Ediciones Acapulco,
México, 2013


 
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No. 99 / Mayo 2017



IV

Me hago viejo y la muerte viene,
a veces, de visita.

No toma nada, teme mancharse.

—Sabes, Antonio, tengo ganas de besarte.
—Si no te importa, le respondo,
podríamos dejarlo para más tarde.

Así que, de momento, nos amamos.
Solo con los ojos.

Se marcha. La miro alejarse.

Me parece, como chica, algo flaca.
Aunque su andar sea elegante,
con ese ruido que hacen sus
huesitos al moverse.


V

Si me muriera ahora,
se quedarían sin escribir
los poemas que pienso,
los que ni siquiera
imagino todavía,
esos que dictarían
futuros sentimientos,
alegres primaveras
y tristes inviernos.

Si muriera ahora,
se quedarían sin pintar
los mundos que imagino,
los que no conozco todavía.

Si me muriera ahora,
si me acabara
de todo eso que no es,
que podría haber sido,
no quedaría nada.

Algunos lo agradecerían:
a esos, los felicito.
Otros estarían tristes:
les pido perdón, lo siento.

Pero todo eso, claro,
si me muriera ahora.

Son las nueve y media
del miércoles 24 de octubre de 2012.

No parece que vaya a suceder.


VI

Cataplines, cataplines,
Cataplines, cataplán.

Ahí se llevan al muerto.
Allí me van a enterrar
en medio del viejo huerto
como si fuera un pimiento.

¡Lo que les debo importar!

Cataplines, cataplines,
Cataplines, cataplán.