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Orden del caos
Mariella Nigro
Vitrubio,
Madrid, 2016.

Por Jorge Arbeleche
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No. 101 / Julio-Agosto 2017


Dentro de la tradicional calidad de nuestra poesía escrita por mujeres, con algunas cumbres destacadas fuera de fronteras como Delmira, Juana o Marosa, por nombrar solo algunas de la mayor repercusión en el extranjero, no puede omitirse la firma de Mariella Nigro quien, en poco tiempo, no más de dos décadas, fue forjando su lugar firme y seguro, donde cada nueva obra suya es garantía de renovada calidad dentro de un estilo personalísimo que se destaca por sus características propias que poco o nada tienen que ver con las demás poetas. Su poesía es amorosa pero no erótica, como las de Delmira o Juana, es reflexiva pero no a la manera de la de Ma. Eugenia, es inteligente y culta, pero no culterana al modo de Ida Vitale.

Es conocido el dicho aquel que afirma que basta un solo verso recordado y bien guardado en la memoria para obtener la categoría de poeta. Creo que "ni tanto ni tan poco", aunque bien lo vale ante algunos ejemplos de los poetas del siglo de oro o aquellos versos de Gutierre de Cetina:"ojos claros, serenos, si de un dulce mirar sois alabados...". En este Orden del caos, una vez cerrado el libro, ya leído, y ya adquirido el sentido propio de su pertenencia, nos siguen persiguiendo como una nube que camina junto a nuestro paso algunos detalles de esta escritura que adquieren el valor de símbolos, sin perder su condición de signos indelebles; así, nos persigue, en forma amable pero agridulce, un vestido azul bordado con margaritas, una voz inútil que pronuncia a gritos un nombre para rescatarla nuevamente al reino de la vida. No de otro modo llamaba Jesús a Lázaro para quitarlo del desierto de los muertos: lo llama " a voces" señalan las Sagradas Escrituras, del mismo modo pronuncia Nigro ese nombre —que no se explica su pertenencia— para atraerlo a la vida, si no de los cuerpos físicos, sí al de las palabras, que es el ámbito de la poesía. O esa otra imagen —una de las más logradas del libro—, aquella que nombra la huella del fósil de una margarita en una piedra, donde alguien, en el tiempo sin tiempo de la eternidad, grabó su duda de amor, para llegar a nosotros a través de los milenios, conducidos por el trazo cabal de una poeta absoluta que conjuga su reflexión sonora y musical acerca del sentido y sinsentido de la vida, con el más encumbrado vértice de la emoción sensible, sin decaer jamás en la línea de sobriedad y contención que ha elegido para su trazo. No existe el menor decaimiento hacia cualquier facilismo, jamás un tropezón en la sentimentalidad.

Se procede a ordenar el Caos para que de allí pueda surgir el Orden, el Cosmos. Así, este libro puede leerse como la gran aventura de ese viaje trascendental que nos lleva desde la nebulosa del Caos a la claridad del Cosmos. Al Orden sagrado, aunque a veces incomprensible, de la Vida. A atisbar el Enigma de su misterio, sin develarlo.