No. 101 / Julio-Agosto 2017



Écfrasis: pintura y poesía.
El Bosco y Alberti se conocen y terminan en una banda de rock


Rafael Hernández Aguilar

Per me si va ne la città dolente,
per me si va nell'etterno dolore,
per me si va tra la perduta gente.
Giustizia mosse il mio alto fattore:
fecemi la divina podestate,
la somma sapïenza e 'l primo amore.
Dinanzi a me non fuor cose create
se non etterne, e io etterno duro.
Lasciate ogne speranza, voi ch'intrate

Dante Alighieri, La Divina Commedia, Canto III, vv.1-9


Cuando leemos poesía, en nuestra mente se recrea lo que las palabras quieren significar, ya sean imágenes, sonidos, sensaciones, sentimientos, etcétera. Un poema nos puede gustar tanto que quisiéramos representarlo en otras formas de arte ya sean pinturas, esculturas, música, películas, artesanías, obras de teatro… la lista sigue. De la misma manera, pueden existir formas de representación artística que queremos recrear con la palabra; podemos hacer poemas de pinturas, fotos, esculturas y un sinfín de objetos artísticos. La relación entre la poesía y el arte es muy estrecha, desde tiempos antiguos se hacían descripciones de obras artísticas. La écfrasis estudia esta relación entre la poesía y el arte. El término écfrasis (ekphrasis) es muy antiguo, se remonta a los tiempos de la cultura griega y quiere decir “descripción”, la cual era: “detallada, vívida, ‘que permitía presentar el objeto ante los ojos’” (Luz Aurora Pimentel, “Écfrasis y lecturas referenciales”). La pintura tiene una fuerte relación con la poesía, porque ambas toman elementos de la naturaleza para representarlos, la pintura con los colores y la poesía mediante la palabra. No es casual que el pintor barroco italiano Francesco Furini haya representado a la pintura y la poesía como un par de amantes.



Uno de los primeros ejemplos de écfrasis se puede observar en la obra de Homero La Iliada, en la que se describe el escudo de Aquiles elaborado por Hefaistos. Esto nos dice que el objeto que se va a representar verbalmente puede ser real o ficticio. En pocas palabras, la écfrasis se encarga de (re) presentar a través de la palabra un objeto, de manera que lo que varios especialistas denominan “el ojo mental” pueda ver lo que el ojo está leyendo.  La doctora Luz Aurora Pimentel, en “Écfrasis y lecturas referenciales”, cita tres definiciones de écfrasis y son las siguientes: “Spitzer definía la écfrasis como descripción poética de arte pictórica o escultórica”; “James Hefferman la definía como la representación verbal de una representación visual”; y Claus Clüver la definía como “la representación verbal de un texto real o ficticio compuesto en un sistema sígnico no verbal”. 

Entre los tipos de écfrasis que plantea Pimentel, se encuentra la referencial. En ésta, el objeto “tiene una existencia material autónoma”, o sea que se está hablando de un objeto plástico, ya sea una pintura, escultura o incluso un lugar, que en efecto existe y que está siendo descrito tan detalladamente, que el lector que cuenta con cierto bagaje cultural puede imaginar y saber de qué objeto plástico se está hablando.

Como ya he mencionado, el ejercicio de la écfrasis es tan antiguo como la civilización occidental; durante siglos los poetas, pintores-poetas o poetas-pintores se han dedicado a describir objetos de arte o a crearlos a partir de las descripciones poéticas. Con la finalidad de hacer más claro el término, presentaré tres casos: el primero es un soneto de Giambattista Marino, el segundo de Dante Gabriel Rosetti y el último de Carlos Pellicer.


“Narciso di Bernardo Castello” de Giambattista Marino

Este primer soneto lo escribió el poeta barroco italiano Giambattista Marino entre 1619 y 1620, y forma parte del libro La Galeria, en el que el poeta napolitano se había puesto como tarea principal el recrear obras pictóricas de la época mediante la palabra para demostrar su agudeza de ingenio. Este poema hace referencia a un cuadro pintado por Bernardo Castello que lleva por nombre Narciso, aquel semidios griego de extraordinaria belleza que murió víctima de su ego. El poema nos describe al bello Narciso viendo su reflejo en el río.





Narciso di Bernardo Castello

Chi crederá da mortal mano espresso,
Castello, il bel garzon ch’a l’ombra estiva,
lá, d’un
liquido specchio in su la riva,
idolo ed idolatra é di se stesso?

Non finto il fonte, e chi si mira in esso,
é vivo e vero, e vera é l’onda e viva;
se tace l’un, l’altra di suon é priva:
ch’opra sia pero d’arte, io non confesso.

Non favella il fanciul, pero che’l viso,
onde cotanto a se medesmo piacque,
sia tutto a contemplar rapito e fiso.

E la ninfa, che estima ancor no tacque,
ugge sdegnosa il loco ov’é Narciso,
e nega il mormorio rendere a l’acque.


Narciso de Bernardo Castello

¿Quién creerá de mortal mano plasmado
Castello, el bello garzón que a la sombra estiva
allá de un líquido espejo sobre la riba
ídolo e idólatra de sí mismo?

No es falsa la fuente, y quien mira en ella
es vivo y vero, y la onda es vera y viva
si calla uno, la otra es de canto priva
mas que obra sea de arte, yo no confieso.

No habla el zagal para que el viso
onde tanto a sí mismo place
esté contemplando cautivo y fijo.

Y la ninfa, que aunque extinta no calla
huye desdeñosa del lugar de Narciso 
y  llegar niega el murmuro al agua.

(La traducción es mía)


“Angelica Rescued from the Sea Monster” de Dante Gabriel Rossetti

Dante Gabriel Rossetti fue un pintor y poeta inglés que perteneció a la hermandad de los prerrafaelitas. Este soneto forma parte del libro Sonnets for Pictures, en donde Rossetti, por medio de sus poesías, describe obras pictóricas de otros artistas. Este poema tiene como referente pictórico la obra de Jean-Auguste-Dominique Ingres, elaborada en 1819:



A remote sky, prolongued to the sea’s brim:
One rock-point standing buffeted alone,
Vexed at its base with a foul beast unknown,
Hell-spurge of geomaunt and teraphim:
A knight, and a winged creature bearing him,  
Reared at the rock: a woman fettered there,
Leaning into the hollow with loose hair
And throat let back and heartsick trail of limb
The sky is harsh, and the sea shrewd and salt.
Under his lord, the griffin-horse ramps blind
With rigid wings and tail. The spear’s lithe stem
Thrills in the roaring of those jaws: behind,
The evil length of body chafes at fault.
She does not hear nor see ─ she knows of them.


La traducción de este soneto, realizada por Adolfo Castañón y Aurelio Major, se encuentra en Después de Babel, de George Steiner, y es la siguiente:

Contra un cielo inverosímil, extendido hasta el borde del mar:
un escollo se recorta altivo y solitario,
hostigado en su base por una insólita bestia fétida,
retoño infernal del ídolo y el mago:
Un caballero, y la alada criatura que lo soporta,
a la roca se inclinan: una mujer cautiva allí,
ladeada en el vacío, la cabellera suelta,
expone la garganta y deja caer los miembros inconsolables.
El cielo es ominoso, el mar maligno y salaz.
Bajo su amo, el híbrido corcel se encarama a ciegas,
con sus rígidas alas y tiesa cola.
El ágil tallo de la lanza
Se estremece amenazando el estrépito de esas fauces:
Atrás, la maligna envergadura se irrita en vano.
Ella ni oye ni ve; sabe que están allí.


“El poema de la Gioconda” de Carlos Pellicer

Éste es un poema dividido en seis partes, fechado en febrero de 1916. Su nombre hace evidente referencia al famosísimo cuadro del pintor renacentista italiano Leonardo Da Vinci, elaborado entre 1503 y 1519, que forma parte de la colección del Museo de Louvre en Francia. El quinto segmento del poema, llamado “El misterio”, se refiere no sólo a la pintura en sí, sino al efecto logrado por la técnica del sfumato que usó Da Vinci en su elaboración. Pellicer quiere transmitir el mismo efecto que da la pintura cuando la vemos desde diferentes perspectivas, el llamado “efecto de la sonrisa de la Mona Lisa”: una persona puede “ver” que la sonrisa cambia de forma, según la manera en que se la mira.



El poema de la Gioconda

V

EL MISTERIO.

Cuando creo descubrirlo me parece
que ha cambiado el instinto de la risa.
Y así me desconcierta y entristece
no saber el porqué de la sonrisa.
Y sonríe en mis ojos Monalisa,
y si no en sus labios aparece
un rictus de dolor que se improvisa.


El poema “El Bosco” de Rafael Alberti 

Ahora quisiera hablar de un video que se encuentra en YouTube de la banda de rock española El Bosco. El video también se llama El Bosco y es la vocalización del poema de Rafael Alberti “El Bosco”, en el que describe el infierno de El jardín de las delicias, obra del pintor holandés Hieronymus Bosch.



Hieronymus Bosch nació en 1450 en Hertogenbosch. Su verdadero nombre es Hieronymus Aeken, pero tomó “Bosch” de su ciudad natal.  Su trabajo es conocido por sus imágenes fantásticas, paisajes muy detallados e ilustraciones con conceptos religiosos. Sus pinturas están cargadas de un imaginario que no puede ser fácilmente comprendido en la actualidad: visiones de tinte medieval y criaturas descritas en bestiarios y en textos de corte carnavalesco. Sus obras conservan las tradiciones y creencias populares. Una de sus influencias fue la féte des fous (fiesta de locos=carnaval), su imaginación estaba llena de visiones de pesadillas y de locura. Bosch, mejor conocido como El Bosco, pintó entre 1495 y 1505 El jardín de las delicias, su obra más representativa, la cual es un tríptico en el que están representados tres mundos: el etéreo, el terrenal y el infernal: el Génesis, la corrupción del hombre y su castigo. El hombre elige a cuál mundo pertenecer mediante su libre albedrío, tal y como dice Giovanni Pico della Mirandola en su De Hominis Dignitate:

Fue entonces cuando el Máximo Artífice, sabiendo que no podía darle a esta criatura algo que fuese suyo propio, decidió que sería algo común, tomado de todas las cosas singulares y propias de las demás. Tomó entonces al Hombre, obra suya imaginada como de naturaleza indeterminada, lo puso en medio del mundo, y le dijo: “No te he dado sede, ni figura propia, ni menos algún peculiar don específico, oh Adán, con el fin de que seas tú quien de manera libre escojas, bien por tu voluntad o bien por tu juicio, lo que tendrás y poseerás respecto de tu sede y de lo que harás”. Y agregó: “La naturaleza de las otras criaturas ya ha sido definida según las prescripciones de las nobles leyes que la constriñen. Para ti, en cambio, no habrá coerción irremediable, pues será tu propio arbitrio, que he puesto en tus manos, el que predefinirá lo que serás. Te he puesto en medio del mundo para que desde allí contemples, con comodidad, todo cuanto éste contiene. No te he hecho ni celestial ni terrenal, ni mortal ni inmortal, para que seas tú mismo, como árbitro y honorable escultor y modelador, quien puedas darte la mejor forma que elijas. Podrás entonces degenerar a la condición inferior de bruto, o podrás regenerar en la condición superior que es divina, extraída del juicio de tu ánimo.1




Quisiera hacer énfasis en la tercera parte del tríptico de El jardín de las delicias, aquél que representa el suplicio infernal. En esta parte del cuadro podemos notar la condena eterna de los hombres llevada a cabo por entes demoniacos, animales dignos de ser representados en bestiarios medievales. Este cuadro tiene fines didácticos, es decir, con este cuadro El Bosco buscaba mostrar a las personas lo que podría suceder si seguían la directriz del vicio en lugar de aquella de la virtud. Esta pintura es muy famosa y ha llamado la atención de diferentes artistas para su (re) creación. En 1988 el canal de televisión estadounidense MTV hizo una serie de comerciales en stop motion, llamados MTV Bosch, en donde se podía apreciar la animación de dicha pintura. Esta animación pertenece al músico y artista visual cubano Aurelio Hernández Voltaire, quien ganó el premio Bradcast Design Award por esta obra: 

 



Otra representación la hizo el guitarrista estadounidense Buckethead en la canción “Spokes for the Wheel of Torment” del álbum The Cuckoo Clocks of Hell. El video es una animación en la que podemos apreciar a los hombres torturados por bestias infernales y borbotones de sangre al ritmo de los guitarrazos y tamborazos del músico de metal. Esta animación fue dirigida por el artista visual Syd Garon: 



La representación de esta obra pictórica no se ha ceñido a técnicas puramente audiovisuales.  Rafael Alberti, escritor español de la generación del 27 que fue exiliado en Argentina y luego en Italia en el periodo franquista, escribió un poema llamado “El Bosco”. En él nos describe El jardín de las delicias con un lenguaje muy cómico cuasi carnavalesco, lleno de aglomeraciones de palabras, como por ejemplo: “El diablo […] ojipelambrudo, cornicapricudo, […] mosquicojonea […]”. El diablo tiene los ojos desorbitados o “pelones”, como se dice comúnmente; sus cuernos son los de una cabra y cojea como un mosquito. Hay una gran cantidad de invenciones de palabras: “ventea, peditrompetea”, haciendo referencia a las flatulencias. Hay versos que al recitarse suenan como canciones infantiles: “Mandroque, mandroque, diablo palitroque”; “Verijo, verijo, diablo garavijo”; “Virojo, pirojo, diablo trampantojo”. Va haciendo una lista de los pecados que cometen en vida los condenados al infierno, a manera de Margutte en su monólogo con Morgante, en el que habla de todos los pecados que cometió en vida:

Amar y danzar,
beber y saltar,
cantar y reír,
oler y tocar,
comer, fornicar,
dormir y dormir,
llorar y llorar.

Alberti nos transmite esa visión carnavalesca que el Bosco quería representar en su pintura, visión a su vez siniestra que haría que cualquier creyente se arrepintiera de sus pecados por el miedo de ser condenado a un dolor sempiterno. Recordemos que Dante en la Divina Commedia usa un lenguaje bajo, muy cercano al coloquial para representar el Infierno; de hecho se permite decir groserías e inventar palabras, cosa que no hace en el paraíso, en donde el lenguaje tiene que ser usado de una manera sublime. Del mismo modo Alberti, con sus neologismos juguetones y sus versos que parecen canciones infantiles, nos representa ese tormento infernal:


El Bosco

El diablo hocicudo,
ojipelambrudo,
cornicapricudo,
pernicolimbrudo
y rabudo,
zorrea,
pajarea,
mosquicojonea,
humea,
ventea,
peditrompetea
por un embudo.

Amar y danzar,
beber y saltar,
cantar y reír,
oler y tocar,
comer, fornicar,
dormir y dormir,
llorar y llorar.

Mandroque, mandroque,
diablo palitroque.

¡Pío, pío, pío!
Cabalgo y me río,
me monto en un gallo
y en un puercoespín,
un burro, en caballo,
en camello, en oso,
en rana, en raposo
y en un cornetín.

Verijo, verijo,
diablo garavijo.

¡Amor hortelano,
desnudo, oh verano!
Jardín del Amor.
En un pie el manzano
y en cuatro la flor.
(Y sus amadores,
céfiros y flores
y aves por el ano.)

Virojo, pirojo,
diablo trampantojo.

El diablo liebre,
tiebre,
sítiebre
notiebre,
sipilitiebre,
y su comitiva
chiva,
estiva,
sipilipitriva,
cala,
empala,
desala,
traspala,
apuñala
con su lavativa.

Barrigas, narices,
lagartos, lombrices,
delfines volantes,
orejas rodantes,
ojos boquiabiertos,
escobas perdidas,
barcas aturdidas,
vómitos, heridas,
muertos.

Predica, predica,
diablo pilindrica.

Saltan escaleras,
corren tapaderas,
revientan calderas.
En los orinales
letales, mortales,
los más infernales
pingajos, zancajos,
tristes espantajos
finales.

Guadaña, guadaña,
diablo telaraña.

El beleño,
el sueño,
el impuro,
oscuro,
seguro,
botín,
el llanto,
el espanto
y el diente
crujiente
sin
fin.

Pintor en desvelo:
tu paleta vuela al cielo,
y en un cuerno,
tu pincel baja al infierno.


El Bosco (Banda)

Se trata de una banda de música New Age española que surgió en 1995 y que llegó a la fama con la canción “Nirvana”, que forma parte del álbum Angelis. Esta agrupación hizo un video en donde mezcla la parte del tríptico del Bosco que corresponde al infierno con el poema de Rafael Alberti, obteniendo un producto maravilloso. Aunque no se trata de una animación como tal, es decir, no hay movimiento en cada uno de los personajes que se encuentran en el interior del cuadro (como es el caso de los videos antes mencionados), este video nos ofrece quizá el panorama más acercado a la visión del poeta, ya que la cámara apunta a la parte del cuadro que corresponde a cada uno de los elementos mencionados en el poema. Así pues, mientras éste se enuncia vamos viendo los monstruos y las emociones descritas.

Aquí está el video para que lo disfrutes:




https://www.uis.edu.co/webUIS/es/mediosComunicacion/revistaSantander/revista5/dignidadHombre.pdf



Bibliografía

Artigas Albarelli, Irene, Gonzalez Aktories, Susana (eds.), Entre artes entre actos: Ecfrásis e intermedialidad. México, UNAM, 2009.
Asor Rosa, Alberto, La lirica del seicento. Italia, Laterza, 1994.
Pellicer, Carlos, Obras, Poesía. Edición de Luis Mario Schneider. México, Fondo de Cultura Económica, 1981.
Pimentel, Luz Aurora, “Ecfrasis: la representación verbal de un objeto”, en El espacio en la ficción. México, Siglo XXI, 2001.
Steiner, George, Después de Babel. Aspectos del lenguaje y la traducción. México, FCE, 2013. Traducción de Adolfo Castañón y Aurelio Major.

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