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portada cuando la nieve.jpg Cuando la nieve caiga en el Mediterráneo
Karla Olvera
Cecultah-Conaculta
México, 2013

Por Lorena Ventura
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No. 66 / Febrero 2014


 

Si algo puede afirmarse de la poesía es que no suele conocer términos medios. Si nos concentramos tan sólo en la Modernidad, de Hölderlin a la holopoesía reciente de Eduardo Kac, pasando por el Futurismo de Marinetti o la poesía concreta de Brasil, el género lírico parece haber adquirido los derechos exclusivos sobre la grandilocuencia y la expresividad en la literatura. Aun la poesía más conversacional de Nicanor Parra no quiere ser “lenguaje prosaico” sobre el escenario de la página, sino materialidad pura.

A contracorriente de lo que la historiografía literaria suele enseñarnos, Karla Olvera reivindica un arte de la sutileza y la timidez: sus poemas, lejos de ejemplificar la “expresión afectada de un yo”, trabajan como filtros imperceptibles de seda por donde se oxigena la realidad. Impregnado de viajes y paseos, de naranjas oaxaqueñas o tomates corazón de toro, de pájaros detenidos por un cable eléctrico o por la mirada de quien los observa, Cuando la nieve caiga en el Mediterráneo es un libro donde la subjetividad aparece como una huella indeleble, sin duda, pero al mismo tiempo transparente: “Un cometa entre los cerros/ obsesiona de fucsia/ los vientos”. La emoción no acude aquí sino con el llamado de la delicadeza: la presencia de la poeta perdura apenas como la presión de una libélula sobre la quieta superficie del agua:

Los trenes que van al este
llevan plumas de nieve estampadas
en el lomo
como recuerdos milimétricos
y vestigios del viento enfurecido
contra los dientes de león.

Las palabras no sirven tanto a la configuración de una voz en este poema como al trazo de una imagen donde la posibilidad de un diente de león hecho de la nieve del otoño se torna algo tan cierto como sensible a nuestra mirada. La fuerza de esta pintura logra obnubilar al yo lírico pero al mismo tiempo le otorga otra posibilidad de la permanencia, una permanencia tenue, ligera, inofensiva frente a la verdad secreta de cada cosa que el poema consigue revelar.

En La experiencia dramática, Sergio Chejfec escribió que “cuando no pasa nada es que vale la pena mirar”. Cuando la nieve caiga en el Mediterráneo es un libro donde afortunadamente la nada ocurre, donde lo tímido encuentra su modo de brillar gracias al trabajo tan fotográfico como silencioso de la creadora, y por eso vale la pena ponerse a observar: “El perro aguarda junto al ventanal/ y sólo es perro/ perfectamente negro, labrador,/ y perro”.

Importando la elegancia y la discreción que la caracterizan como ensayista, Karla Olvera nos recuerda con su primer libro de poemas que, a pesar de la violencia absurda que nos acosa todos los días y de los elefantes africanos asesinados impunemente por escopetas reales, no es tarde para acercarnos a lo real, esta vez con los dedos suaves y ardientes de la delicadeza.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

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