No. 66 / Febrero 2014

 
Los Tipoemas y Animpoemas de Ana María Uribe

Poéticas visuales
Por María Andrea Giovine
 

 

La obra de Ana María Uribe es un ejemplo excelente de ciberpoesía semiótica, la cual es aquella que emplea signos gráficos (letras, números, signos de puntuación) para crear imágenes donde la carga visual es más importante que la semántica. Se asemeja a las propuestas del letrismo y de la poesía tipográfica; se vincula con las propuestas estéticas de la poesía visual en papel centradas en explorar las posibilidades visuales de las grafías.

 “Tipoemas y Anipoemas”, Ana María Uribe1, 1997-2003. (http://amuribe.tripod.com/)

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Página de inicio. Índice de “Tipoemas y Anipoemas”, Ana María Uribe.



Ana María Uribe emplea el término “tipoemas” para referirse a aquellos poemas visuales en los que los elementos tipográficos (letras y signos de puntuación) se emplean en su carácter puramente gráfico y visual. En los tipoemas, Uaribe no emplea palabras. Los elementos que normalmente usamos para hilvanar el discurso (signos de puntuación) adquieren aquí un papel predominante como elementos significativos en sí mismos. En este sentido, se puede considerar que el trabajo de exploración tipográfica de Uribe (el cual comparten muchos otros poetas visuales del mundo) se relaciona con la denominada poesía semiótica, una rama de la poesía visual ligada al letrismo y al movimiento espacialista, que pretende explorar la producción de poemas con pocos o ningún elemento verbal y mucho énfasis en los elementos visuales.2

Llama la atención, desde el momento de entrar al sitio, que, junto a los poemas, encontramos anuncios publicitarios (zapatos para mujer desde $200 y una oferta de hospedaje en el hotel HHONORS). El ciberespacio permite este tipo de fusiones de discursos que nos llevan de un terreno a otro casi sin darnos cuenta. De ahí que nuestro pensamiento salte también de un nivel a otro constantemente.

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Tipoema “Bowling”, Ana María Uribe.


El tipoema “Bowling” es un claro ejemplo de la exploración tipográfica que está realizando la autora. Es uno de los pocos tipoemas que emplean letras. La letra “i” se convierte en los pinos y la letra “o” en la bola de boliche. Por un momento, las letras dejan de ser letras y se convierten en signos visuales que tienen como referente un objeto en el mundo, no un sonido ni un concepto.

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Tipoema “Poema cortante”, Ana María Uribe.



El tipoema “Poema cortante”, a través de su empleo de la espacialidad, nos recuerda visualmente el carácter material, físico de los signos. En este sentido, ambos ejemplos, al igual que el resto de los tipoemas de Uribe, están anclados en la más pura tradición de poesía visual y concreta de la primera mitad del siglo XX. No son interesantes porque sean novedosos, son interesantes porque nos recuerdan que los poetas visuales siguen trabajando con los mismos temas y las mismas inquietudes de los poetas visuales que los precedieron.
El término “anipoemas” se emplea para aludir al hecho de que los poemas tipográficos englobados con este nombre están animados. De esta manera, los anipoemas exploran un elemento central en el trabajo de los poetas perceptuales: el movimiento. Todos los anipoemas se mueven y en ellos el movimiento no es una curiosidad ni un efecto especial, es precisamente lo que les da sentido. Si las letras que conforman los anipoemas estuvieran fijas, si no se movieran, no nos revelarían lo que nos revelan.

La noción de movimiento es tan importante en estas propuestas que la página de Uribe tiene un link titulado “otros poetas experimentales”, el cual conduce a otros ciberpoemas entre los que se encuentra el del argentino Lorenzo Facorro, titulado “Poemóvil”, elaborado en 2001, en donde se dice “Yourpoemismotiontowake up myemotion” y se alude a la “palabra cinética”.

En el anipoema “Gimnasia”, vemos ocho letras (V, X, I, T, Y) que aparecen formadas y que se mueven en la pantalla. Las formas de las letras y la rápida alternancia de una letra a otra nos hacen pensar en los típicos ejercicios de calistenia que se llevan a cabo como parte de las rutinas de educación física. Este sentido se configura precisamente porque las letras se mueven y, al hacerlo, sus rasgos semejan brazos y piernas que se abren y cierran como haciendo ejercicios. 

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Dos momentos distintos del anipoema “Gimnasia”, Ana María Uribe.



En este mismo sentido, se encuentra el anipoema “Pas de deux”, en donde las letras P, R, I cambian de dirección y se mueven en la pantalla. El movimiento hace parecer que la R tiene pies que bailan a la derecha y a la izquierda alternadamente.

En “¿Metálico o de plástico?”, vemos dos filas conformadas por la letra V que luego cambian y se convierten en una hilera de letras W. El movimiento y el cambio de las letras nos remite a la imagen de un cierre abierto que se cierra y luego se vuelve a abrir. El anipoema “Disciplina” muestra seis letras H, de diferentes colores, que están marchando por la pantalla. Los rasgos de abajo de las letras semejan pies y el movimiento rápido y marcial se vincula directamente con la idea de disciplina. En “Primavera”, las letras P se superponen y cambian de dirección. Aquí vemos cómo se va formando un tallo con brotes que van creciendo. “Invierno” es un anipoema que parte de “Primavera”. Las letras P pierden la parte redonda y ésta es reemplazada por un guión, lo cual da la impresión de que los brotes se han marchitado, han desaparecido y, en su lugar, han quedado sólo unos tallos desnudos.

Ana María Uribe, en su búsqueda por mostrar la materialidad de las letras en tanto signos visuales, realiza varias versiones en torno a un mismo concepto. Así, tenemos tres versiones de “Gimnasia”, dos versiones de “Primavera” y seis versiones de “¿Metálico o de plástico?”. Cada una de las versiones parte de una misma configuración, es decir, letras en movimiento.
Me parece importante señalar que los títulos de los tipoemas y anipoemas ayudan al perceptor-reconfigurador en el proceso de configuración del sentido, ya que orientan la percepción hacia un tema determinado.

En la ciberpoesía semiótica, el perceptor-reconfigurador no siempre interviene el texto, como en el caso de la ciberpoesía aleatoria, ni tiene un papel tan activo como al relacionarse con obras de ciberpoesía hipertextual o ciberpoesía virtual. Sin embargo, se relaciona con los iconotextos según sus propias decisiones de lectura, es decir, el sitio despliega un menú y, a partir de éste, cada usuario decide cuáles iconotextos abrir y en qué orden hacerlo. 

Un ejemplo de ciberpoesía semiótica tipográfica en la que el perceptor interviene plenamente es “Soundpoems”, de Joerg Piringer (http://collection.eliterature.org/2/works/piringer_soundpoems/soundpoems.html). En ellos, al dar clic en la pantalla, el usuario hace aparecer las letras, al ritmo que él impone y en la cantidad y lugar que él decide. En la obra de Piringer, el carácter físico de las letras se enfatiza a través del audio. Las letras rebotan o caen o resbalan y, al hacerlo, producen distintos efectos sonoros.  

Tanto los tipoemas como los anipoemas de Uribe incluyen audio, el cual consiste básicamente en sonidos que coinciden y enfatizan acústicamente el ritmo del movimiento visual de los elementos del poema. Por otro lado, el sonido se relaciona con el sentido. Por ejemplo, en el poema “Primavera”, al tiempo que vemos florecer las letras P, escuchamos sonidos de pájaros y animales. Entre los anipoemas antes mencionados, el único caso en donde se incluye voz, es “Disciplina”. Las letras que marchan y se mueven van acompañadas de un sonido marcial, semejante al que producen los zapatos al golpear el piso. Hay algunos momentos en los que se escuchan instrucciones militares, luego de las cuales las letras, obedientes, vuelven a marchar por la pantalla.

La obra de Ana María Uribe muestra claramente cómo la integración de movimiento a la poesía visual ha permitido lograr efectos que en papel hubieran sido imposibles. Al igual que en la mayoría de las propuestas de ciberpoesía, el tiempo se refleja en relación con el ritmo del movimiento, el cual busca ser rápido y ágil.

 


1 Ana María Uribe reside y es originaria de la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Desde finales de los sesenta, se dedica a la poesía visual. Tiene un interés particular en explorar la poesía visual tipográfica. Desde 1997, se ha dedicado a la elaboración de los llamados “tipoemas” y “anipoemas”, concebidos como una experimentación de los recursos informáticos en la producción de poemas visuales. Tan fuerte es el énfasis en la noción de experimentación que la autora se define como poeta experimental, así lo plantea en la página de inicio en donde se encuentran los tipoemas y anipoemas. Por otra parte, cabe señalar que, como en la mayoría de los sitios de ciberpoesía, en http://amuribe.tripod.com/ se encuentra el correo electrónico de la autora, lo que posibilita que cualquiera que entre al sitio pueda establecer contacto directo con ella.

2 En cuanto a la producción en papel de poesía semiótica, podemos recordar los “logogramas” de Dotremont, las obras del grupo Noigrandes, así como los trabajos de WlademirDias-Pino, José de Arimathea y Angelo Pinto, en los que en ocasiones se incluye una clave lexical para interpretar los signos visuales. Uno de los poemas más representativos de la llamada poesía semiótica es “El canto nocturno del pez” de Christian Mongersten.

 

 


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