Avispas A mí me llaman las avispas, con sus caras negras y sus culos colgantes. Zumban desde un abismo de cielo, gritan con sus feas alas de veneno. Zumban en mí. Zumban hacia mí. Me llaman en las tardes que intento perder, perderme. Como las tres mariposas laminadas y el llanto del grillo muerto que me despertó una mañana gris que gemía por el aire otoñal. Yo no sé nada de amor, por eso me dedico a los insectos y a las letras, que son básicamente la misma cosa hoy. A mí me llaman las avispas, con sus socarronas voces de muerte; con sus viciadas alas de angustia. Me buscan para que hable de su penumbra y de su rencor. Me buscan en las tardes húmedas y tibias, entre las hojas y la tinta y los libros llenos de palabras que, a veces, me obligo a leer. Me buscan con sus culos negros y sus caras colgantes. No/poema Hoy no hay poema. Mañana no habrá poema. Tantos largos versos se me escapan en la noche, se me escurren con el manto acuífero del atardecer. Quizás no encuentre otro poema para compartir entre tantos laxos versos que se disipan tras mis ojos y se desvanecen entre las brillantes luces de un horizonte que sangra. No esperes otro poema, otra rima, otro verso, intrincadas palabras que se amontonan y atraviesan. No esperes una stanza más ni el recuerdo primigenio de un hipérbaton asfixiante de codicia y vanidad. No esperes otro poema, otra plegaria no otra oración. Hoy no hay poema. Con mi repetida voz he gastado los metros antiguos, las derruidas imágenes y en el interior del todo han dejado de existir. Con el paso de todos los sonidos perderá el significado, ruido intransigente cuya oscuridad se ha tragado todas sus connotaciones, desnudo de forma a fuerza de repetición: Mañana no habrá poema. Octubre Voraz y frágilmente lascivo, Octubre es el mes más solitario, silencioso y triste; pasa languideciendo por tiempos izquierdos tañendo un frío pesar que gotea. Distorsiona los contornos de la luz con su gris aroma nostálgico y anhelante empapando las raíces de sal y veneno; Octubre es el mes más cruel y se jacta de cubrir con bruma de cobre los restos de las calurosas hogueras del verano. Octubre es el mes más cruel. Con el viento y el suspirar de las hojas retiembla en mi interior un suplicio infantil y ligero, que se burla y danza, mi propia niebla intransigente. Octubre es el mes más cruel y celebra su nacimiento con la estruendosa y mal planeada muerte de la suma de mis partes. Ora pro nobis Yo que soy toda boca, toda espuma, toda palidez; que no soy de cemento o de arroz o de palo, no represento arquitectura, no nutro, no embellezco. Me rehúso a implorar, a arrodillarme, a perseguir, recitar y doblarme ante ti, Padre. Dios a mi imagen y semejanza, eres dios de espuma, de espina, de tiniebla y bruma. Dios de irradiante orquídea nocturna y espectral, tibia y liviana pasión tumescente. Dios inexistente, dios imaginario, dios silencioso e irreflexivo; sí, tú, dios egoísta y mezquino, gastado, parco, ávido, hueco. Tú, dios, que vives y reptas entre la miseria opiácea de todos los cantos que me obligaron a ofrecerte. Dios padre de humo que hunde, profana y repudia lo que no comprende en su ínfima sabiduría doliente. Dios padre inaudito por ausente, por reticente, por indómito; coloso que empuja y grita vulgaridades. Dios padre amorfo e irreal, vacío de follaje íntegro rodeado de querubines asexuados que sollozan, como tantos sauces maricones de Nueva York, te santificamos los nombres con los que nos expulsas. Dios padre enigmático, esquivo y furibundo, yo no te ruego desde mi arrabal, desde mi muladar, yo no te ruego porque, dios, yo no tengo padre. Tú no eres mi padre, aunque me empales, cercenes y descuartices con tus sórdidas acusaciones. Tú no eres mi padre inexistente. Tú no eres mi dios incesante. Tú no eres mi culpa. [Semper mea culpa.] Ego ero Yo soy arte, yo soy luz y fuego yo soy vida, soy árbol y vereda, mar y roca fundida, yo soy arte y la vida me aniquila, yo soy arte y pasión desmedida, yo soy fuego irresoluble. Yo soy árbol, soy verde y soy cautiva, yo soy árbol, roble de marfil, labrada en canciones no sentidas; yo soy árbol y parada estoy y existo entre los que huyen y destrozan, soy vereda y puente de un tiempo lúcido que pasa entre observantes de la vida. Yo soy mar, llamada por una luna de blanca sazón, mi oleaje rompe la diminuta arena de tus costas; quieta, tranquila soy mar, mas me impulsa la tormenta destrozando lo que ose rozarme con indómita fuerza. Yo soy roca, soy volcán y soy impasible lejana y cobriza creando plañidos cálidos y pasionales soy roca ya fundida que desnuda a los arrogantes. Yo soy arte, soy palabras condensadas soy papel y tinta, soy canciones y música, yo soy arte, soy pintura y cincel, lienzo y mármol. Sin máscaras, sin disfraces, en la lozanía y el canto yo soy la cúspide y el abismo, la más pura forma: ¡Yo soy poema!
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