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portada-huesped-navarro.jpg Un huésped panorámico
Andrés Navarro
DVD Ediciones
Barcelona, 2010


XXXVI Premio de Poesía
Ciudad de Burgos

 

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No. 40 / Junio 2011

 

El presente


En la nevera siempre hay té frío
con hojas de léxico en desuso. Ha llegado
el bello otoño, muy pronto la nieve cubrirá
los quitamiedos, en diciembre alquilaremos buzones,
ordenaremos todos los regalos.
Es bueno veros partir…

Una niña bosteza y luego otra. Le doy
a cada una la historia que coincide con su aspecto.
A mediodía salgo a pedir romero a las gitanas,
sacudo manteles, prendo las chimeneas
mientras los organizadores
se preguntan
si pueden permitirse tanta danza.

Que algún nervio simpático me haga la señal
cuando deba reír, que alguien tome por mí
las decisiones que afectan al olfato.

Os pido un minuto de vergüenza.
El tema es libre.


Bodegón con espinas


Sabes
soportar la presión como el pulmón de un pez,
eso lo has aprendido, ¿qué más?
                                            Tal vez un retroceso,
algo menos que arena suficiente. Y todavía famélico
devoras la fruta permitida: si domesticar
es parecerse
                    el amor se reduce
a sol oscureciendo la piel de las bañistas
que miras
con el ojo alineado varios grados al Este del lugar
adonde irías si pudieras elegir.


Senhor do Bonfim


Imagina que la distancia mitifica con una fuerza igual
al empuje
necesario para salvarla, de modo que al llegar al oasis,
los mitos, sin nada a lo que atarse, serpentean
entre vulgaridad que el ojo torpemente toca
con su varita de mala traducción.
Imagina que fuera del taxi,
frente a los colosales almacenes de Iguatemí,
mujeres a medio hacer saludan
lanzando extrañas bendiciones
y lembranças do Senhor do Bonfim. Música
de ningún sitio, de verano atenuado por tambores
que incorporan otro signos del verano.
Imagina que el enigma
se reduce a un gorjeo de animales de astucia:
camaleones, lagartos, ángeles de alas de bambú.

Bajo nubes iguales, una movilidad de ojos
y motores y planchas de lata y figuras adheridas
a su sombra: seres dobles avanzando acompasados
hacia alguna parte. Y arden hogueras cerca, vuelven
niños de fibra corriendo a los barrios
mientras las bienales
catapultan a autores extranjeros, ídolos aún jóvenes
para resultar hostiles mediante la ideología
pero dotados de novedosos virus
que ya han empezado a aclimatarse.

Encuentros, gente que se escabulle en nombres
como si tendiera trampas. Aquí los muertos
duermen en los tejados porque así lo creen
los vivos
y porque el clima
lo permite. Pero lejos de casa
los hechos suceden en la medida en que pueden
ser nombrados ante desconocidos, de modo
que toda posibilidad
es inexacta. De noche, cuando el vacío
sobre las rocas sugiera
cuerpos, querrás estos solares en tu vida
porque no significan, porque puedes volver
obligando la frente en sudor, reaccionar en círculos
mientras en el centro
del mundo
partículas de bencina y plomo espesan el caldo
de los que permanecen esperando noticias,
costean la buena calidad de los recuerdos,
descosen iniciales, sopesan cartas, cifras.

Oye tu voz
ajena al prestigio de las cosas calladas. Mira tus brazos
sanos como el corazón de un loco. Imagina que futuro
y pasado se han convocado aquí para identificarte.


Del anonimato


I.


Misa de ocho en provincias, los feligreses
ordenadamente cooperan. El sol da en las lunas
de los escaparates y un palmípedo
paraguas
curva el viento que inclina las palmeras hacia el Sur.

El alumbrado: mi sombra natural,
mi sombra eléctrica. Es la hora buena.

En una reunión de pocas personas
tarareo la fiebre como una enfermera
de Bergman: tranquilícese, el vértigo es normal…

Un flash. Un tejido que ondea. Jardineras
con prímulas. Ahora las estudiantes
me miran
con buenos ojos
para ser dibujados por un aprendiz
de tragasables… ¿Son

los mentideros del alma
inteligencia?

He hablado mucho y mal, aunque traigo
la tos memorizada, las manos frías,
el corazón contento
y babas de madera de tabaco
por todas partes.

II.


Observo al público cambiar
el aire de lugar con un aplauso.

Soy entre ellos un embrión
de gusano estético, un niño a punto
de levantar un objeto demasiado grande
o de entrar en sus vidas como un aerolito
y cantarles
sus hazañas
dentro. Vuestro podio es confortable
pero no necesito saber con precisión
dónde termina el poema
y empieza la manzana
sino volver a casa y encontrar un mensaje
en la cocina: Llegué ayer de tu Sur, ¿en qué andas?

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