No. 40 / Junio 2011 |
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Hierofanía
Llora: que aquesa flaqueza
tiene grande fortaleza, al Cielo ha conquistado. Sor Juana Inés Cabos carnales oscilan sobre un eje, invisible mas presente, y danzan a las almas en sus exhalaciones. La fuerza se revela sobre un plexo solar que absorbe el contacto repentino y feroz de manos que el sudor resbala. Tiembla, al aire, un par de corvas tensas, rehilete de dolor que trepida hacia las ingles, centellea en los muslos y termina en los brazos. Cuerpos, apenas contenidos por la piel, aúnan miradas y disuelven gritos suplicantes de justicia. Sagaces puños mullen tu tersura epidérmica. Una rodilla, lastimosa, pletórica de alevosía. se inserta en el bajo vientre del ser menos corpulento, aquel que exploró, con un salto, el aroma de los ángeles. Hay batallas que David no ganará; aquí no basta, la enormidad de la fe, el espíritu de grandeza forjado. Traición y usura se imponen. Siempre ha sido así, Místico. Aun en el Paraíso de tu salto. Pista El Arenal ebulle la luz sobre el movimiento veloz imperceptible trepida el suelo sumergido en el oscilar de notas distorsionadas la precisión es vital bastaría un segundo mal puesto un paso tardío para no embelezar a quienes miran ondas concéntricas frenan su trajín danzante la exactitud de una pareja hélice carnal fugaz vaivén gana la vista gestos de azoro
en caras y entrepiernas
contrapuntos monocordes trazan la simetría de los pasos que llueve la pareja centro estrobo sudor noche quizá sólo quizá se vuelva a crear en la fuga de sus pies el cosmos bajo el silencio sonidero Casa Talavera
Rudos vs Técnicos (tarde de surf)
el golpe sobre los platillos
encumbra a la batería segundo a segundo el pulso de las cuerdas marca en el bajo la rotación de los instantes ficticias olas se crean con los compases serpenteando el lugar pleno de figuras de movimiento autista oscilantes los cuerpos florecen en sus ropas brillan en máscaras y evocan al mar cuando uniformes transitan sobre el verde olor de cigarros mal forjados la distorsión de la guitarra sólo acentúa el esquivar de aguas vistas de extravío roces repentinos el calor brota y se diluye en el suelo cada segundo hasta enmudecer la batería |
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